Me gustan mucho los nuevos comienzos, no puedo evitarlo, los nuevos comienzos se sienten frescos, tenemos todo que ganar y nada que perder, porque aún no arriesgamos nada, estamos empezando. Por eso estos últimos años he disfrutado mucho el día de mi natalicio, siento que una versión de mi muere y que nace otra versión de mi misma; tengo la misma sensación cuando abres por primera vez un paquete, sacas el plástico tan lentamente y admiras por unos segundos, como todo está bien, todo está perfecto, no hay ninguna abolladura, lo tenemos todo y en las mejores condiciones. Es como si me recargaran de energía y creo que puedo cargar con todos mis sueños. Me hace sentirme poderosa, con esperanza.
Hace un par de años odiaba el día de mi cumpleaños, no podía aceptar en mi cabeza la idea de ser un año más vieja, y que aun sintiera que me estaba quedando atrás. Por 26 largos años me tomé la vida como una carrera, donde no importaba cual fuera la meta, yo quería alcanzarla antes que todos. Por eso odiaba mis cumpleaños, porque era un recuerdo plausible sobre el tiempo, como este iba pasando y yo aún no estaba a la cabeza del grupo, era casi como una llamada de atención para mi misma, un pequeño regaño llagaba a mi cabeza diciendo "mientras tú estás ahí como vaga haciendo nada de tu vida, mira ya pasó todo un año" "puedes creer que hay personas con diez años menos que tú y que están haciendo cosas realmente importantes ¿por que tu no las haces?" Vivir mi mente no fue realmente agradable por todos esos años... Mi mente trabajaba de una forma agobiante y tan autoexigente que no podía pararse a pensar en ella misma, lo único que necesitaba era validación de terceros y rellenar ese bingo de la vida adulta que ella misma se iba inventando de acuerdo a lo que los demás le pedían, al parecer ahí es cuando se supone que tendría que ser feliz, pero realmente nunca encontré la felicidad, porque nunca pensaba en ella.
No es hasta hace un par de meses que me llegó el anuncio a mi casa, increíblemente la única forma de ser feliz, era persiguiendo mi propia felicidad. Por muy obvio que parece, en mi mente nunca me había parado a pensarlo, que si realmente quería ser feliz con mi vida, tenía que convertir a mi felicidad, el centro de esta; sin incluir lo que los otros pensaran, sin incluir mis propias autoexigencias de lo que pensaba que "debía" hacer, nada de eso, tenía que buscar mi propia felicidad. Y aunque aún estoy un poco confundida, pues pasé largos 26 años ignorándome y degradándome a mi misma, creo que esta nueva versión de mi persona que nace con mi natalicio, puede lograrlo, porque ya lo sabe.
Hay muchas cosas que tengo que agradecerle a la versión de Kat de 26 años, hizo tantas cosas valientes, enfrentó retos y miedos como ninguna otra Kat lo había hecho. Una de las cosas más importantes que hizo fue pedir ayuda con un profesional, y ahora su alma rota sigue reparándose, poquito a poquito una vez a la semana. La pequeña Kat de 26 años, le está echando porras a la Kat de 27 para que cumpla todos sus deseos y para que se concentre en lo más importante; disfrutar el camino, porque ya no todos los días deben sentirse como una tortura 0 como una espera eterna a algo que realmente no sabemos que es, que podemos ser felices ahora y con lo que tenemos, que no tenemos obligaciones con nadie, que nuestra prioridad somos nosotras, que somos el centro, el inicio y el final de nuestro cuento.
Querida Kat de 27 años, se fuerte, se divertida, se espontanea, se benevolente, se cariñosa, se libre y se tu misma.
Un muy feliz cumpleaños para mi :)